En los últimos años, una de las tecnologías que mayor nivel de desarrollo está teniendo es el denominado internet de las cosas (Internet of Things o su acrónimo IoT). Los avances actuales son un pequeño adelanto de un futuro cercano en el que gracias a estos instrumentos estaremos en un mundo hiperconectado tanto en la oficina y en el hogar como en los medios de transporte.

El número de dispositivos conectados a nivel mundial crece cada año y se espera que en el periodo 2020 a 2024 se duplique su número, pasando de los actuales 30 mil millones de dispositivos a más de 62 mil millones. Gracias a esta tecnología, cualquier actividad que se desarrolle estará suministrando datos a empresas e instituciones que tendrán un posterior almacenamiento y tratamiento de los mismos.

España ocupa el quinto puesto en lo que a cuota de mercado se refiere en el entorno de UE y cada vez son más las empresas y entidades públicas que apuestan por la implantación de tecnologías conectadas. Los principales motivos para su aplicación son la automatización de procesos (26%) y la reducción de costes operacionales (24%).

El principal reto que los expertos legales deben tener en cuenta es garantizar la privacidad de las personas y conseguir que los fabricantes se responsabilicen en el desarrollo de soluciones seguras, aparte de evitar los fallos de seguridad que permitan el fácil acceso a los datos por parte de terceros no deseados.

De hecho, el 69% de las organizaciones que adoptan tecnologías de IoT han creado o planean crear nuevas políticas de seguridad diseñadas específicamente para abordar las necesidades y desafíos relacionados con este avance.

OFICINAS Y VESTUARIO INTELIGENTES

Se estima que el negocio de las oficinas inteligentes o smart office genere en 2026 cerca de 50.380 millones de euros. Este tipo de centros de trabajo tiene características tecnológicas avanzadas que les permite ser muy eficientes energéticamente así como proporcionar potentes herramientas de control domótico y de conectividad de sus empleados.

Los despachos de abogados ya están aplicando esta tecnología en la smart office jurídica que se caracteriza por abandonar la estructura de rígidos despachos individuales que obstaculizan la productividad grupal y la comunicación para fomentar el uso de áreas más abiertas y cómodas, adaptadas para mejorar el rendimiento tanto individual como colectivo de los letrados.

Una de las soluciones más usadas en la actualidad son las salas de conferencia inteligentes, las cuales suelen estar equipadas con tecnologías de pantallas colaborativas, audio envolvente, conectividad inalámbrica o seguridad informática, entre otras medidas que además facilitan el desarrollo de reuniones virtuales con los clientes.

Uno de los efectos del Covid ha sido potenciar el teletrabajo, fomentando la smart office para el trabajo remoto de los letrados. Entre sus ventajas cabe destacar que el uso casi exclusivo de herramientas digitales permite desarrollar un enfoque de trabajo más seguro sin papeles, que al funcionar en la nube no es necesario grandes inversiones informáticas para la gestión y el almacenamiento seguro de la información digital y que estas herramientas del sector legaltech permiten automatizar algunos procesos como la facturación electrónica de la firma.

Además, el teletrabajo es un potente impulsor de la fidelización de los clientes y de la retención del talento humano.

El desarrollo de las oficinas inteligentes ofrece una serie de retos como la complejidad de reemplazar el sistema anterior para instalar las innovaciones que conllevan los nuevos espacios, así como los límites de seguridad del sistema y de las tecnologías de la información para reducir la interrupción de la privacidad y salvaguardar los datos.

Otro ejemplo de futuro son los aparatos wearables o dispositivos electrónicos que se usan en el cuerpo humano y que interactúan con otras herramientas para transmitir o recoger algún tipo de datos.

Está tecnología se encuentra en un importante aumento de fabricación y uso, tanto a nivel de cifras de venta como de desarrollo de nuevas funcionalidades. Aparte de los dispositivos wearables de consumo generalizado -como son las pulseras inteligentes y relojes- se están creando nuevas funcionalidades y aplicaciones mediante la incorporación de los wearables al ámbito de la producción industrial.

Cada vez más compañías tienen plantas digitalizadas y se apoyan en estos dispositivos para integrar las últimas novedades del IoT dando lugar al IIoT, acrónimo de Industrial Internet of Things o uso de internet de las cosas, con el objetivo de mejorar la eficiencia de los procesos industriales y de fabricación.

El IIoT es el elemento clave de la cuarta revolución industrial y se basa en una red con multitud de dispositivos industriales conectados que dan como resultado sistemas que pueden monitorizar, recopilar, intercambiar y analizar datos, aportando nuevas y valiosas ideas dentro de su entorno industrial.

La gran cantidad de datos que los dispositivos inteligentes pueden recopilar, almacenar y generar por ellos mismos es sorprendente. El problema radica en que en el ciclo de tratamiento de datos personales del IoC participan muchos actores y es muy fácil que los usuarios pierdan el control sobre sus propios datos personales.

Por ello, existe una preocupación a nivel de la UE por intentar generar un nuevo marco para que la libre circulación de datos no personales se haga de forma segura. Por este motivo se ha publicado el Reglamento Europeo 2018/1807 con el fin de garantizar la libre circulación de datos, definiéndose como la quinta libertad del mercado único de la UE.